13 consejos para un buen matrimonio
El 19 de marzo del 2016 la Santa Sede publicó la exhortación apostólica postsinodal “Amoris laetitia” (la alegría del amor), “sobre el amor en la familia”, en la que el Papa Francisco aborda los desafíos de la familia actual y presenta una serie de recomendaciones para novios y esposos.
El capítulo cuarto se centra en el amor en el matrimonio. El Papa propone una paráfrasis del “himno a la caridad” de San Pablo, de su primera Carta a los Corintios (ver última página), para dar algunos consejos sobre cómo sostener un buen matrimonio en el tiempo, fundado en el amor verdadero. Esto se vive y se cultiva en medio de la vida que comparten todos los días los esposos, entre sí y con sus hijos.
La paciencia
La paciencia: Esta, escribió Francisco, “no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos”, sino que “el amor tiene siempre un sentido de profunda compasión, que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía”.
“El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que solo se cumpla la propia voluntad. Entonces, todo nos impacienta, todo nos lleva a reaccionar con agresividad. Si no cultivamos la paciencia, siempre tendremos excusas para responder con ira, y finalmente nos convertiremos en personas que no saben convivir, antisociales, incapaces de postergar los impulsos, y la familia se volverá un campo de batalla”, advirtió.
Actitud de servicio
Actitud de servicio: El Papa destacó que en su carta San Pablo “quiere insistir en que el amor no es solo un sentimiento, sino que se debe entender en el sentido que tiene el verbo ‘amar’, en hebreo es ‘hacer el bien’”. “Como decía San Ignacio de Loyola, ‘el amor se debe poner más en las obras que en las palabras’.
Así puede mostrar toda su fecundidad, y nos permite experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de donarse sobreabundantemente, sin medir, sin reclamar pagos, por el solo gusto de dar y de servir”.
Sanar la envidia
Sanar la envidia: “En el amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro”, subrayó el Papa, al tiempo que explicó que “la envidia es una tristeza por el bien ajeno, que muestra que no nos interesa la felicidad de los demás, ya que estamos exclusivamente concentrados en el propio bienestar”.
El Santo Padre indicó que “el verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia. Acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida”.
No hacer alarde ni agrandarse:
No hacer alarde ni agrandarse: Francisco destacó que “quien ama, no solo evita hablar demasiado de sí mismo, sino que, además, porque está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro”.
“Algunos se creen grandes porque saben más que los demás, y se dedican a exigirles y a controlarlos, cuando en realidad lo que nos hace grandes es el amor que comprende, cuida, protege al débil”, dijo.
En la vida familiar no puede reinar la lógica del dominio de unos sobre otros, o la competición para ver quién es más inteligente o poderoso, porque esa lógica acaba con el amor.
Ser amables
Ser amables: “Amar también es volverse amable”, precisó el Papa, y esto quiere decir “que el amor no obra con rudeza, no actúa de modo descortés, no es duro en el trato”.
“Sus modos, sus palabras, sus gestos, son agradables y no ásperos ni rígidos. Detesta hacer sufrir a los demás”. Para disponerse a un verdadero encuentro con el otro, se requiere una mirada amable puesta en él. Esto no es posible cuando reina un pesimismo que destaca defectos y errores ajenos, quizás para compensar los propios complejos. Una mirada amable permite que no nos detengamos tanto en sus límites, y así podamos tolerarlo y unirnos en un proyecto común, aunque seamos diferentes.
Ser desprendido
Ser desprendido: Contraria a la frase popular que dice “que para amar a los demás primero hay que amarse a sí mismo”, el Papa recordó que en este himno San Pablo “afirma que el amor ‘no
busca su propio interés’ o ‘no busca lo que es de él’”.
“Hay que evitar darle prioridad al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de sí a los demás”.
Sin violencia interior
Sin violencia interior: El Papa alentó en la Amoris Laetitia a evitar “una irritación no manifiesta que nos coloca a la defensiva ante los otros, como si fueran enemigos molestos que hay que evitar”.
“El Evangelio invita más bien a mirar la viga en el propio ojo”, añadió, para luego exhortar a que “si tenemos que luchar contra un mal, hagámoslo, pero siempre digamos ‘no’ a la violencia interior”. “Nunca hay que terminar el día sin hacer las paces en la familia. Y, ‘¿cómo debo hacer las paces? ¿Ponerme de rodillas?’. ¡No! Solo un pequeño gesto, algo pequeño, y vuelve la armonía familiar. Basta una caricia, sin palabras. Pero nunca terminar el día en familia sin hacer las paces”.
Perdón
Perdón: El Papa Francisco recomendó no dejar lugar “a ese rencor que se añeja en el corazón”, sino trabajar en “un perdón que se fundamenta en una actitud positiva, que intenta comprender la debilidad ajena y trata de buscarle excusas a la otra persona”.
“Pero la tendencia suele ser la de buscar más y más culpas, la de imaginar más y más maldad, la de suponer todo tipo de malas intenciones, y así el rencor va creciendo y se arraiga. De ese modo, cualquier error o caída del cónyuge puede dañar el vínculo amoroso y la estabilidad familiar. El problema es que a veces se le da a todo la misma gravedad, con el riesgo de volverse crueles ante cualquier error ajeno”. “Cuando hemos sido ofendidos o desilusionados, el perdón es posible y deseable, pero nadie dice que sea fácil”. El Papa aseguró que la comunión familiar “puede ser conservada y perfeccionada solo con un gran espíritu de sacrificio”, que exige “una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación”.
Alegrarse con los demás
Alegrarse con los demás: “Cuando una persona que ama puede hacer un bien a otro, o cuando ve que al otro le va bien en la vida, lo vive con alegría, y de ese modo, da gloria a Dios”, indicó el Santo Padre.
“La familia debe ser siempre el lugar donde alguien que logra algo bueno en la vida sabe que allí lo van a celebrar con él”.
Disculpa todo
Disculpa todo: Esto, explicó el Papa, “implica limitar el juicio, contener la inclinación a lanzar una condena dura e implacable: ‘No condenéis y no seréis condenados’”.
“Los esposos que se aman y se pertenecen hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores. En todo caso, guardan silencio para no dañar su imagen. Pero no es solo un gesto externo, sino que brota de una actitud interna”.
Confía
Confía: “No se trata solo de no sospechar que el otro esté mintiendo o engañando”, explicó el Santo Padre. “No es necesario controlar al otro, seguir minuciosamente sus pasos, para evitar que escape de nuestros brazos. El amor confía, deja en libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer, a dominar”, dijo.
Espera
Espera: Esta palabra, indicó el Papa, “indica la espera de quien sabe que el otro puede cambiar”. “No significa que todo vaya a cambiar en esta vida. Implica aceptar que algunas cosas no sucedan como uno desea, sino que quizás Dios escriba derecho con las líneas torcidas de una persona y saque algún bien de los males que ella no logre superar en esta tierra”, señaló.
Soporta todo
Soporta todo: El Santo Padre señaló que esto “no consiste solo en tolerar algunas cosas molestas, sino en algo más amplio: una resistencia dinámica y constante, capaz de superar cualquier desafío”.
“El amor no se deja dominar por el rencor, el desprecio hacia las personas, el deseo de lastimar o de cobrarse algo. El ideal cristiano, y de modo particular en la familia, es amor a pesar de todo”.
Para leer el documento completo:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20160319_amoris-laetitia.html
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